Una persona inteligente puede racionalizar todo, un hombre sabio ni siquiera lo intenta
Jen Knox
El concepto de inteligencia emocional fue popularizado por el psicólogo estadounidense Daniel Goleman y hace referencia a la capacidad para reconocer los sentimientos propios y ajenos. La persona, por lo tanto, es inteligente (hábil) para el manejo de los sentimientos.
Por lo general las personas con un alto nivel de inteligencia emocional pueden evaluar e influir en sus propios sentimientos y en otros.
Las personas con inteligencia emocional:
- Pueden controlar sus emociones
- Pueden motivar
- Pueden simpatizar
- Tienen competencia social
- Son buenos compañeros de conversación
- Tiene una imagen propia realista
La inteligencia emocional describe una amplia gama de habilidades y competencias, como la compasión, las habilidades de comunicación, la humanidad, el tacto, la cortesía.
La inteligencia emocional, por lo tanto, describe el auto-control y la auto-conciencia, por un lado, y habilidades para tratar con otras personas, por el otro.
Las siguientes competencias son cruciales:
Auto-conciencia:
Se refiere a la evaluación realista de la propia personalidad, es decir, el reconocimiento y la comprensión de los propios sentimientos, necesidades, motivos y objetivos, pero también la conciencia de las fortalezas y debilidades personales. Se trata de conocerte bien, poder evaluar cómo puedes reaccionar en situaciones específicas, qué necesitas y dónde aún tienes que trabajar en ti mismo.
Auto-control:
Es la capacidad de influir y controlar los propios sentimientos y estados de ánimo a través de un diálogo interno. Con esta habilidad, ya no estamos simplemente a merced de nuestros sentimientos, sino que podemos influir en ellos de manera constructiva. Por ejemplo, si algo nos molesta, podemos calmarnos a través de nuestro diálogo interno y luego responder de manera mucho más apropiada que si no somos capaces de controlarnos.
Motivación:
Ser capaz de motivarse a sí mismo significa ser capaz de desarrollar la motivación y el entusiasmo dentro de uno mismo una y otra vez. Esta capacidad es especialmente útil durante los períodos en que un proyecto se vuelve difícil o cuando las cosas van de manera diferente a lo planeado. Aquellos que pueden motivarse, siempre encuentran la fuerza para continuar y también tienen una mayor tolerancia a la frustración, por lo que tienen la capacidad de soportar la frustración y continuar.
Empatía:
Se refiere a la capacidad de empatizar con los sentimientos y las perspectivas de otras personas y de reaccionar adecuadamente. Se trata de percibir y aceptar a otros seres humanos en su ser. Esto significa que aceptar no aprueba automáticamente. Aceptar a otras personas es tratarlas con respeto y comprender sus acciones y pensamientos.
Competencia social:
La competencia social es, por ejemplo, la capacidad de establecer contactos y relaciones con otras personas y de mantener tales relaciones de forma permanente. Lo que se quiere decir aquí es una buena relación y gestión de conflictos, pero también habilidades de liderazgo o la capacidad de formar y administrar equipos funcionales.
Habilidades de comunicación:
Las buenas habilidades de comunicación son esenciales para la inteligencia emocional. Esto se refiere a dos cosas: por un lado, la capacidad de expresarse de una manera clara y comprensible, y así transmitir las preocupaciones de manera clara y transparente; por otro lado, se refiere a la capacidad de escuchar activa y atentamente a otras personas y de comprender y clasificar lo que dicen.
Preguntas de reflexión:
¿Por lo general, puedo juzgar bien a las personas, incluso si no las conozco o no las veo desde hace mucho tiempo?
¿No pierdo el control incluso en situaciones difíciles?
¿Te puedo consolar bien?
¿Me enfrento a otras personas con una mente abierta?
¿No me resulta particularmente difícil pedir disculpas ?
¿A menudo he resuelto una disputa o he resuelto un conflicto?
¿Otras personas se sienten cómodas con mi compañía?
¿A menudo soy de confianza?
¿Puedo comunicar mis preocupaciones, mis necesidades y mi punto de vista de manera adecuada?
¿Soy educado y servicial?
¿Puedo establecer bien mis límites, si la situación lo requiere, y puedo decir que no?
¿Me resulta fácil trabajar en equipo?
¿Soy un buen compañero de conversación?
¿Siempre tengo un oído abierto para los problemas de los demás?
¿Me gusta reír? o ¿ siempre estoy molesto?
¿En una situación delicada, puedo apaciguar a mi interlocutor sin enojarlo o insultarlo?
¿Puedo percibir si otra persona es buena o mala?
¿Puedo pasar por alto los errores, no soy vengativo y puedo perdonar?
¿Soy capaz de criticar de forma justificada y constructiva?
¿Soy bueno en pequeñas conversaciones?
¿Puedo inspirar y motivar a otros?
¿Estoy seguro de mí ?
¿Puedo empatizar con otra persona y comprender sus sentimientos?
La inteligencia emocional requiere conocerse bien.
Conocer tu propio mundo emocional con curiosidad y aceptar cada uno de tus sentimientos como algo que es inseparable de uno mismo.
Todos somos diferentes. Ser diferente significa no ser automáticamente “mejor” o “peor”. Cuanto mejor consigas aceptar que otras personas ven el mundo de manera diferente a ti, más fácil será reconocer su punto de vista. Y con eso promueves tu inteligencia emocional. Las personas emocionalmente inteligentes no encuentran otros puntos de vista u opiniones amenazantes, sino interesantes; sí, lo ven como una oportunidad para aprender algo.
Tener el coraje de expresarte de muchas maneras: a veces un gesto o acción en particular puede decir mucho más que palabras.
La capacidad de lidiar constructivamente con los conflictos y resolverlos de manera efectiva es una parte directa de la inteligencia emocional. Se puede practicar esta habilidad de manera sistemática participando en tantos enfoques diferentes al conflicto como sea posible y adoptando tales alternativas de acción. Cualquiera que vea los conflictos como oportunidades, ya tiene una gran ventaja para manejarlos bien.
Aprender a aceptar abiertamente las críticas sin empantanarse o desestabilizarse instantáneamente, comprobar hasta qué punto la crítica está justificada y qué puede aprender y mejorar de ella. Aprende a criticarte a ti mismo de manera constructiva sin desanimar o incluso dañar a otras personas.
Pregúntate con auto-crítica qué tan lejos está realmente tu inteligencia emocional.
¿Qué tan bien me conozco?
¿Sé cómo reacciono en ciertas situaciones y por qué es eso?
¿Puedo influir en mi estado de ánimo o estoy a merced de mis emociones?
¿Qué tan bien puedo lidiar con la agresión, la ira, la alegría, el afecto y otros sentimientos, yo y los demás?
¿Qué pasa con mis habilidades de comunicación?
¿Puedo expresarme claramente y entenderme?
¿Puedo escuchar atentamente a otras personas?
¿Puedo manejar bien a otras personas?
¿Puedo motivar a otros?
¿Me gusta trabajar con otras personas?
¿Puedo dar orientación a otros?
¿Tengo habilidades de liderazgo?
¿Soy popular con otras personas?
¿Hay personas felices de estar conmigo?
¿Estás buscando y aceptas los consejo de los demás?
“Es muy importante entender que la inteligencia emocional no es lo opuesto a la inteligencia racional, no es el triunfo del corazón sobre la cabeza, es la intersección de ambos”
David Caruso
Consejo: Utiliza tus emociones para crecer